La hermana Giuseppina ha estado en Ruanda por más de treinta años, desde que fue enviada aquí por su comunidad de Asís (Proto-Monasterio)  a principios de los años ochenta, junto con la hermana Miriam, para crear una comunidad de Clarisas ruandesas.  La comunidad ha ido creciendo hasta alcanzar hoy el número de 45 hermanas presentes en el convento. No son las únicas vocaciones nacidas en estos años, porque a medida que la comunidad creció, se creó otra comunidad en Ruanda que luego se asentó en Burkina Faso, y recientemente una nueva comunidad en Nyinawimana, en una de las colinas de Ruanda.

La hermana Giuseppina con sus 45 hermanas, jalonan sus días entre la oración comunitaria, la adoración y los trabajos, que hacen que la comunidad pueda ser autónoma. Trabajos como la confección de ropa litúrgica, la creación de iconos y la producción de miel, dando a la vida diaria en esta comunidad de Ruanda contenido concreto. Trabajo y oración en medio de la vida de las hermanas jalonada de momentos de recreación donde, como señala la hermana Giuseppina, el alma africana de las hermanas ruandesas tiene la oportunidad de expresarse en toda su vitalidad.

La dedicación de las hermanas ruandesas a su misión clariana de ser “sostenedoras de los  miembros vacilantes de la Iglesia”  nos empujan a celebrar este injerto revitalizante de estas energías en el viejo tronco de la Orden.