Hay Santos para todos los gustos, patrones para todas las profesiones, pero faltaba un Santo patrono de Internet. Este sábado a las 4,30 de la tarde en la Basílica Superior de San Francisco en Asís, Carlo Acutis será declarado. Asís su “lugar favorito en el mundo”. Un chico normal, con sus defectos y virtudes, que luchó por colocar a Dios en primer lugar y que usó internet para evangelizar. Carlo  nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) y falleció el 12 de Octubre en Italia con tan sólo 15 años de edad a causa de una leucemia fulminante, dejando en la memoria de todos los que le han conocido un gran vacío y una profunda admiración por el que ha sido su breve y a la vez intenso testimonio de vida auténticamente cristiana.

Monseñor Ennio Apeciti, responsable de la Oficina para las Causas de los Santos de la Archidiócesis de Milán, dijo: “su fama de Santidad se ha difundido por todo el mundo, de forma misteriosa, como si Alguien quisiera darlo a conocer. En torno a su vida ha sucedido algo grande, frente a lo cual me arrodillo”. “Está siendo sacerdote desde el cielo”, dice su madre, “él, que no conseguía entender por qué los estadios estaban llenos de gente y las iglesias vacías, repetía: ‘tienen que ver, tienen que entender’”.

La Eucaristía es mi autopista hacia el cielo”. “la Eucaristía es lo más increíble que hay en el mundo”.

 “No hablo con palabras, solo me recuesto sobre su pecho, como San Juan en la Cena”, así describía su forma de orar.

“La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos”.  Escribió en su cuaderno personal.

Solía decir: “De qué sirve ganar 1.000 batallas si no puedes vencer tus propias pasiones. La verdadera batalla tiene lugar dentro de nosotros mismos.” 

“Igual que para viajar en globo hay que descargar peso, también el alma para elevarse al Cielo necesita quitarse de encima esos pequeños pesos que son los pecados veniales”.  

“Pueden ser Santos, lo importante es quererlo”, les decía a sus amigos.

En el momento de su enfermedad dice: “Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al cielo”.