Permanecía insensible a todo ruido del exterior… y, todo anonadado, permanecía largo tiempo en las llagas del Salvador. Por esto escogía frecuentemente lugares solitarios, para dirigir su alma totalmente a Dios… Acostumbraba salir de noche a solas para orar en iglesias abandonadas y aisladas (1Cel 71).

Francisco se retira a lugares solitarios y silenciosos. En el silencio escucha, contempla, admira. Sus momentos de silencios lo eran de encuentro, de permanecer abandonado y de descansar sosegado en  el corazón abierto de Dios.

En el silencio supo escuchar la presencia callada del Señor.

En el silencio tuvo también que buscar paz cuando estaba atribulado, consuelo cuando no comprendía o cuando no se sentía comprendido. Retirado en lugares solitarios y callados se dejaba iluminar.

Y guárdense todos los hermanos de calumniar y de enfrentarse a nadie de palabra, sino más bien, esfuércense por guardar silencio, siempre que Dios les dé la gracia (1R 11,1-2).

Sosegados e iluminados podríamos ir a los hermanos sin  palabras hirientes ni enfrentamientos destructores, con la paz de quien en su silencio ha encontrado descanso. (Cfr Cta de Asís)