Con mayor afecto que a las demás creaturas carentes de razón, amaba al sol y al fuego. Y se explicaba así: «Por la mañana, cuando nace el sol, todos deberían alabar a Dios, porque ha creado el sol para nuestra utilidad: por él nuestros ojos ven la luz del día. Y por la tarde, al anochecer, todo hombre debería alabar a Dios por el hermano fuego; por él ven nuestros ojos de noche. Todos, en efecto, somos como ciegos, y el Señor da luz a nuestros ojos por estos dos hermanos nuestros. Por eso, debemos alabar especialmente al Creador por el don de estas y de otras creaturas de las que nos servimos todos los días».

Él lo practicó siempre así hasta su muerte. Es más: cuando se agravaba su enfermedad, empezaba a cantar las alabanzas del Señor a través de las creaturas, y luego hacía que las cantaran sus compañeros, para que, considerando la alabanza del Señor, se olvidara de la acerbidad de sus dolores y enfermedades.

Pensaba y decía que el sol es la más hermosa de todas las creaturas y la que más puede asemejarse a Dios y que en la Sagrada Escritura el Señor es llamado sol de justicia (Mal 3,20); así, al titular aquellas alabanzas de las creaturas del Señor que compuso con motivo de que el Señor le cercioró de que estaría en su reino, las quiso llamar Cántico del hermano sol.

Ésta es la alabanza de las criaturas que compuso

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día y por el cual nos alumbras.

Y él es bello y radiante con gran esplendor;
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas;
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor y dadle gracias
y servidle con gran humildad.

(Espejo Perfección XI,119)