“El Señor me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad…” (Is 61,1-2)

Viene la palabra que pondrá sentido en el día a día. Quizás se nos hará un poco más visible. Vencerá el perdón… Resonará muy dentro una canción que ha de despertar oleadas de júbilo. Se pronunciará una palabra que será la mejor herramienta. Venceremos el miedo a vivir. El abrazo será hogar, y habitarás nuestra oración. Y lo sorprendente es que todo eso que viene en realidad ya está aquí. El germen crece imparable.