«Y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada.» (Lc 2, 7)

Desde el Nacimiento ya se apunta esa cruz… la de la historia, la de la vida, la de la encarnación. Dios que se hace muy pequeño…sin las seguridades de una posada; elige un tiempo oscuro, un lugar de pobreza…, al margen del imperio. Elige familia humilde y la incertidumbre frente a tenerlo todo asegurado. Porque sabe que es ahí por donde tendrán acceso a él los desheredados de la historia. Y esa será, para siempre, su manera de estar en la vida y en el mundo; sin posada, en  el pesebre… Sin compromisos edulcorados de Dios con nosotros; en la cruz de la historia.