Somos seres únicos también en nuestros días homogeneizadores que proyectan sobre nosotros modos de vida estereotipados, como si nuestros más profundos deseos se redujeran a consumir y poseer. En el desarrollo de nuestra singularidad está en gran parte, la clave de nuestra felicidad.

Estamos llamados a ser nosotros mismos de forma irrepetible y única.

         Cada uno de nosotros es único e insustituible. ¡No hay otro yo en el mundo! (…) Los habrá mayores y menores, mejores y peores, pero no otro yo. Yo soy alguien enteramente nuevo. (…) Yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a la conciencia plena, soy especie única

(Mi religión y otros ensayos breves; M de Unamuno)