El Hno Francisco Gálvez (Utiel 1578-1623), de diácono descubrió su vocación franciscana e ingresó en Valencia donde fue ordenado presbítero por San Juan de Ribera en 1601.

Llevado de su celo misionero, se ofreció para ser enviado al Extremo Oriente. De camino a su destino, estuvo ocho años en Méjico, de donde pasó a Filipinas. En Manila estuvo dos años donde aprendió el japonés trabajando con los inmigrantes nipones.

En 1612 llegó a Japón, donde desarrolló una intensa labor misionera;  predicó el Evangelio, cuidó de leprosos, y tradujo al japonés “Flos sanctorum” de vidas de santos, un Catecismo y varios opúsculos.

Fue expulsado del país en 1614, volviendo a Japón más tarde como  remero hasta que fue delatado y prendido en Kamakura. Con él fueron 50 los condenados a morir quemados vivos en la ciudad de Edo (Tokio) el 4 de diciembre de 1623