Ayudado de Dios y procediendo con sabiduría desde el principio de su conversión, el bienaventurado Francisco se fundamentó a sí mismo y fundamentó la Orden sobre piedra firme, es decir, sobre la excelsa humildad y sobre la pobreza del Hijo de Dios:

Sobre la más profunda humildad: por tanto, desde el principio de la Orden, después que los hermanos empezaron a multiplicarse, quiso que viviesen en los hospitales de los leprosos para servir a éstos. En aquella época, cuando se presentaban postulantes, nobles y plebeyos, se les prevenía, entre otras cosas, que habrían de servir a los leprosos y residir en sus casas.

Sobre la mayor pobreza: se dice efectivamente en la Regla que los hermanos deben habitar las casas como extranjeros y peregrinos y que nada deben desear tener bajo el cielo si no es la santa pobreza… Para sí mismo quiso como fundamento la más perfecta pobreza y humildad, y así…, quiso, por libre elección, ser tenido como el último, no sólo en la Iglesia, sino también entre sus hermanos. (Leyenda de Perugia 9)