Porque el sufrimiento del justo no  nos es tan ajeno y la vivencia del fracaso y la muerte no nos es desconocida,…Porque nada de este misterio nos es ajeno, adentrémonos esta Semana Santa en el misterio de Cristo; un océano de dolor y de amor. Que sea una Semana Santa com-pasiva, empática, comprometida y viva.

Y para ello:

Bebamos su mismo cáliz de obediencia a lo que Dios quiera de nuestra vida.

Actualicemos comulgando y asumiendo la pasión del mundo.

Y  todo ello en comunidad y renovando la esperanza.

Y así nosotros, el domingo, también seremos testigos de unos lienzos y de un sepulcro vacío.