«Después que dejamos el mundo, ninguna otra cosa tene­mos que hacer, sino seguir la voluntad del Señor y agradar­le a Él” (San Francisco, 1R 22, 9).

Con frecuencia lo contrario de la fe es el miedo, la falta de confianza, la falta de valor para ponernos en camino. En Europa, aunque no por mucho tiempo, todavía hay muchos franciscanos de muchas familias, de todas las edades, pero quizás demasiado atrincherados en sus propios caminos una y otra vez recorridos.

Tiempos nuevos que requieren actitudes nuevas y abiertas en la misión, por lo cual es importante que todos aprendamos a vivir en Fraternidades interculturales; apreciando y viviendo positivamente la diferencia del hermano. Y centrar la vida diaria en nuestras prioridades: «espíritu de oración y devoción», clima fraterno de relación, evangelización en fraternidad, formación…